Mania a las series

Estuvimos con mi socio y queridísimo amigo Maxi en Series Mania, en Lille (Francia).

Miren, estos somos nosotros:

My partner and dear friend Maxi and I were at Series Mania in Lille, France.

Look, here we are:

Series Mania es un mercado de series. Productoras grandes con proyectos van a vender sus proyectos, grandes tanques de la industria europea van a buscar proyectos nuevos y hacer negocios entre ellos (para nosotros suena como cuando dos IA’s se comunican entre sí y de pronto dejan de usar texto y pasan a los sonidos ininteligibles), y en menor medida, productoras pequeñas van a tratar de hacerse notar, a conocer gente, lo que se dice, a “facciare il networking”. Este último es nuestro caso. Mil Monos fue elegida hace dos años para ir a pitchear nuestro proyecto Decibel, pero en un claro caso de “demasiado de una cosa siempre hace mal”, nos des-eligieron porque ese mismo año estábamos en la Berlinale, y no se podían las dos cosas a la vez. Nos quedamos con la sangre en el ojo y creo que se notó, porque estando en el Sanfic de Chile con otro proyecto, Nada, nos dieron el premio Series Mania, que constaba de sendas acreditaciones. Y así, estos dos muchachos nacidos debajo de un escritorio donde se producían campañas políticas llegaron a la bella y francesa ciudad de Lille.

Una vez en la Berlinale, una productora independiente norteamericana (esto es, una mujer que se dedicaba a producir) contó en una suerte de sincericidio (que a ella no le importó nada), que ella tenía una memoria prodigiosa para recordar rotros y cargos, y que en su cabeza ella tenía clasificada esa información por orden de utilidad. Si durante una fiesta, un cocktail, un desayuno de networking, la veías pasando tiempo con alguien, ese alguien debía estar alto en su monstruosa listita.

También he visto personas con proyectos que dedican cada segundo de su presencia en estos lugares a spamear en vivo a cada pope de la industria que se cruza en su camino. Para mi, su capacidad de Holquetalmellamear a personas desconcidas es lo más cercano que he visto a un superpoder en la vida real, y eso que yo vi en vivo a Bobby McFerrin.

Yo me creo una persona capaz de imaginarme cómo se viven las cosas desde cualquier punto de vista. Poniéndome en los zapatos de alguien fuerte en la industria, alguien que va a un mercado como Series Mania a cerrar negocios de millones de euros, me da la sensación que esa persona al acecho de su mirada, la que se saca la foto más cantosa para el Instagram, la que se le acerca y se presenta y le da su tarjeta de cartón y le da el “eleveitor pich” de su serie de 250.000 de budget mientras nuestro líder de la industria intenta llegar a su cita de hace cinco minutos, esa persona sólo puede molestarte. Me creí hace años las palabras de Steve Martin: Sé tan bueno que no puedan ignorarte.

Sin embargo, esa persona ha vendido ya una decena de formatos y series a distintos países del mundo, mientras que mi útimo crédito de algo empezado y terminado ha sido la serie web Limbo en el año 2018, esto es hace siete años para los cuarentones que están leyendo esto y se creen que el 2018 fue hace poquito.

Realmente no tengo una opinión formada para esto. Decir “odio el networking” siendo guionista (o queriendo ser productor!) es como ser cirujano y que te desmayes viendo sangre. Al mismo tiempo, uno viene cableado de fábrica con ciertas ideas de lo que es correcto, lo que es noble, principalmente lo que es humano, y me pregunto si habrá una forma de lograr lo que uno sueña recorriendo algún camino en el medio.

Series Mania is a TV series market. Big production companies with projects go there to sell them, major European industry players go to hunt for new projects and cut deals among themselves (for us it feels like when two AIs start communicating and suddenly drop text in favor of unintelligible sounds), and to a lesser extent, small production companies try to get noticed, meet people, and, as they say, “facciare il networking.” That last one is our case. Mil Monos was selected two years ago to pitch our project Decibel, but in a clear case of “too much of a good thing,” we were un-selected because that same year we were also in the Berlinale, and you couldn’t do both. We were left bitter, and I think it showed, because while in Sanfic in Chile with another project, Nada, we won the Series Mania prize, which came with two accreditations. And so, these two guys born under a desk where political campaigns were produced ended up in the beautiful French city of Lille.

Once at the Berlinale, an independent American producer (that is, a woman who worked as a producer) confessed in a kind of brutal honesty (she didn’t care at all) that she had a prodigious memory for faces and job titles, and in her head she had all that information ranked by usefulness. If at a party, cocktail, or networking breakfast you saw her spending time with someone, that someone was definitely high on her monstrous little list.

I’ve also seen people with projects spend every second at these events spamming, live, every industry big shot they happen to cross paths with. For me, their ability to Holquetalmellamear total strangers is the closest thing I’ve seen to a real-life superpower—and I’ve seen Bobby McFerrin live.

I like to think I can imagine what things feel like from any point of view. Putting myself in the shoes of someone powerful in the industry, someone at Series Mania to close multi-million-euro deals, I get the sense that the person hunting for their gaze, snapping the loudest Instagram photo, walking up to them with a cardboard business card and pitching their €250,000 budget series while our industry leader is already late for their meeting—that person can only annoy you. Years ago, I bought into Steve Martin’s words: Be so good they can’t ignore you.

And yet, that person has already sold a dozen formats and series to different countries around the world, while my last finished credit was the web series Limbo in 2018—which, for the forty-somethings reading this who still think 2018 was just yesterday, was seven years ago.

I don’t really have a clear opinion on this. Saying “I hate networking” as a screenwriter (or aspiring producer!) is like being a surgeon who faints at the sight of blood. At the same time, we’re wired from the factory with certain ideas about what is right, what is noble—mainly what is human—and I wonder if there’s a way to reach what you dream of by taking some kind of middle path.

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